En esta ciudad hay que mantener la cabeza ágil o no triunfas. Eso fue lo que nos ocurrió.
Vini, vidi y non vinci.
Por ignorantes. O no. O si. Vosotros diréis:
Mi querida amiga C me propuso visitar el nuevo centro comercial -o centro a secas- del barrio. Lo inauguraron recientemente y no lo habíamos pisado. Pensaba que era un centro de ocio más que un centro comercial y sigo ignorando qué es. Debería bucear en internet para enterarme y contároslo.
Esta situado en un edificio moderno, bastante chulo, lleno de cristaleras. Hasta donde sé, organizan actividades. Su principal característica es que está dirigido a la población judía, aunque abierto a todos los publicos. Desconocía -y desconozco- si tiene alguna tienda. Ahora sé que al menos hay un restaurante de cocina moderna -a juego con el edificio- kosher.
Mi amiga me contó que tenía una pista de hielo y que porqué no íbamos a descubrirlo. Y me pareció una excelente idea, que no se puede tener algo a la vuelta de la esquina y no saber qué es lo que ofrece.
Así que allí fuimos, un musulmán, dos cristianas y un ateo, con nuestra prole, dispuestos a pasar una mañana de ocio en un centro judío. Suena a chiste.
Llegamos y estaba... cerrado. A cal y canto. Ni un alma en la pista de hielo (de ninguna confesión). El restaurante, desierto. Pero desierto según la acepción cristiana, que ya sabemos que los judíos y los musulmanes acampan a sus anchas por ahí, y si les da el punto, se van todos en romería, abarrotándolo durante años.
Pero volviendo a nuestro día, andaba yo buscando el cartelito de rigor que anunciase el horario de apertura. Inocente. Hasta que caí en la cuenta:
-Chicos es sábado. Más nos vale pensar un plan b.
A quien se le ocurre presentarse en Sabbat en un centro judío? A las seguidoras de Jesús, al de Mahoma, y al de "Todas las respuestas anteriores son incorrectas".
Aunque en su momento nos dejara sin plan, sin patinar, sin comidamodernakosher, yo le veo la ironía al asunto y no puedo reprimir una sonrisa de medio lado. Una sonrisa resignada.
De hecho creo que el día ha terminado convertido en un chiste. Y bastante bueno. Que menos mal que no estaban los de Jehová porque si no se hubieran partido de risa con nuestra estampa.
En fin, que tendremos que reintentarlo.
En domingo.