miércoles, 25 de junio de 2014

Los besos con mis hijos

Besos de repetición.
Besos sonoros.
Besos para que tengas un buen día.
Besos de buenas noches.
Besos de despedida.
Besos de consuelo.
Besos homeopáticos.
Besos-termómetro.
Besos de mariposa.
Besos de esquimal.
Y desde el otro día, besos de vaca!

Los besos de vaca son la última gamberrada de B. El otro día, me dijo:

-Mami ven, que te voy a dar un beso.

Lo cual, conociéndola, me genero bastante suspicacia. Aun así le coloque mi mejilla a su alcance.

La muy cochina me soltó un lengüetazo y se rio de su ocurrencia, si es que la broma más antigua del mundo se puede calificar de ocurrencia.

- B me has dicho una mentira! Eso no ha sido un beso!
- Si mami, es... un beso de vaca!!

El día que yo pueda tener la última palabra en esta casa de resabidillos, voy a hacer una fiesta!

jueves, 19 de junio de 2014

World Cup Day

Reconozco que ha sido duro.

El cole de G hoy hacía una jornada especial futbolera, y cada niño debía llevar la camiseta de su equipo. Hoy! Justo tras haber mandado a casa a los campeones del mundo ayer mismo.

Supongo que nuestros compatriotas –no expatriados- estarán sufriéndolo en compañía, lamentándose en equipo y consolándose entre ellos con recuerdos de viejas victorias. Pero ay aquí! Aquí la derrota es mucho más cruel.

Entrábamos por la puerta del cole sin camiseta de España –que no tenemos-, pero luciendo la del Arsenal… nuestro nuevo equipo desde que la clase de G se interesa por el futbol. Un poco chapuza, pero vaya, en mi línea.

El primero ha sido Louis, nuestro amiguito neozelandés, quién nos recordaba el resultado del partido con Chile. Por supuesto Lucas, el americano también se nos ha acercado con la misma cantinela. Y no sé quien más, porque ahí he dejado a mi hijo, frente a su clase en la que no hay ni un solo español, para recibir condolencias por parte de los representantes mas jóvenes de México, Austria, Rusia, China, Italia, Francia, Inglaterra, Grecia ...

Pobrecín. Suerte que nos ha salido un poco chaquetero, y él, medio español, medio inglés, la semana pasada iba animando a Holanda e Italia, aunque creo que en parte era pose…

Por otro lado, me temo que en el cóctel de nacionalidades que maneja esta ciudad, el patriotismo no es del todo comprendido entre los pequeños. Sin ir más lejos, hace dos años, en las olimpiadas, mi hijo animaba al equipo "de Londres". Lo tiene claro!

En cuanto a mí, he entrado a la oficina pidiendo a mis compañeros que se ahorraran los comentarios, que ya había tenido mi dosis en el cole de G, pero claro, no me han hecho caso.

martes, 17 de junio de 2014

Bad hair day

Creo que no hay traducción literal al español. En inglés Bad Hair Day no sólo hace referencia a que tu pelo este indomable, sino mas bien uno de esos días en que todo se va torciendo con efecto dominó.

Obviamente la superficialidad de la connotación implica que ninguna de las cosas que te pasan son importantes, sino más bien inoportunas. Digamos que tu día está condenado a la adversidad, y desde el momento uno, véase, en el baño con tu peine, nada va a parecer salirte bien o como quieres o alineado con tus expectativas.

Para empezar sales a la calle con un pelo imposible y a partir de ahí un cumulo de despropósitos te va ir alegrando la jornada.

Y si, B tuvo ayer el primer Badhairday de su vida, en paralelo al de su madre.

Habíamos llegado la noche anterior de Madrid con dos horas de retraso. Fin de semana relámpago -con bautizo incorporado- que apenas nos dejo un segundo libre. Nos quedamos con la sensación de haber aterrizado, parpadear y encontrarnos de nuevo en el aeropuerto, esta vez de vuelta a casa.

Llegamos bastante tarde, los niños exhaustos, nosotros cansados, todo el mundo a todo correr a la cama y mañana será otro día!

Efectivamente, el despertador nos avisó y le ignoramos en equipo, pensando que teníamos el tiempo bajo control.

Y todo iba bien, hasta que Oh misterio! la bolsa de deportes de G no aparecía. Imprevisto matutino que desmonta mi ecuación mental de aproximación extrema al cálculo de minutos en los que puedo prepararme y prepararlos para salir de casa con todos los bártulos (y todos los niños) en dirección al colegio.

Escaneo la totalidad de la casa, que suerte que no es grande, para comprobar que, aunque me empeñe en abrir siete veces la misma puerta del mismo armario, Oh sorpresa! la dichosa bolsa no va a aparecer ahí!

Y el reloj: tic tac, tic tac...
Y mis nervios: tic tac, tic tac, booom!
Y mi marido: tu vete a la ducha que ya la busco yo!

Prueba no superada. Decidimos que no se va a acabar el mundo porque G no haga gimnasia. Total, tose un poco.

Y E sigue encargándose del resto de los quehaceres, incluido el pelo de mi hija, que aparece en el quicio de la puerta de casa, caracterizada de espantapájaros con horquilla. Lo de la horquilla en ese pelo, total. La obra de arte de mi marido es de un Llongueras trasnochado inigualable.

-Bueno, no importa, siempre va monísima y todo el mundo puede ir de vez en cuando con el pelo a lo loco y ... y mancha aun fresca de pasta de dientes en el jersey del cole. :(

Resignación. Al menos ella va con el equipo de gimnasia, no como su hermano. Uno de dos, algo es algo.

Salimos de casa, mi hijo en uniforme y tosiendo, el espantapájaros en chándal y la madre de las criaturas que ha cepillado su pelo hasta la altura del coletero. Por las prisas, se entiende.

Miro el reloj, y contemplo con satisfacción que no llegaremos tarde. Ole! Me voy creciendo y hasta les doy conversación -en plan maja- a los niños.

El espejismo de haber encauzado el día me dura hasta que llegamos al colegio, que Mrs. Fletcher mira a B horrorizada y me dice si no recordaba que HOY era la sesión de fotos de la clase.

- Upppsssss, lo siento, me he olvidado de traerla con el vestido del uniforme!
-No te preocupes por el vestido, pero por favor - y me mira implorando- puedes hacer algo con su pelo?

Desde luego esta vez me he superado! Me ahorro el disgusto y pienso que igual si hablo con el fotógrafo, podemos apañar el resultado tirando de photoshop, mientras me quito mi goma para ponérsela a B consiguiendo una espectacular coleta llena de bollos para ella y una melena de leona para mí.

Oe! Sólo me falta que aparezca el jardinero.

Nota: Por supuesto el equipo de gimnasia de G, nunca llego a casa el viernes, si no que se quedo olvidado en clase.

lunes, 16 de junio de 2014

Las notas

Ayer tuvimos la revisión de las notas de G.

Los padres estábamos citados a horas consecutivas e íbamos hablando por turnos con los distintos profesores.

Casi nos íbamos cuando nos dimos cuenta que nos faltaba hablar con el de natación. Consideramos irnos sin hacerlo, visto que nos aguardaba mesa en un restaurante japonés estupendo, pero al final nos pesó más la responsabilidad y nos quedamos esperando nuestro turno.

-Somos los padres de G, de 1M.

Para el que no conozca el sistema, el 1 corresponde al número de curso y la M a la inicial de la profesora encargada del mismo. En nuestro caso, Mary.

El profesor de natación empezó a decirnos muy enfadado que nuestro hijo no escuchaba, que se pasaba la clase hablando, que no había progresado suficiente porque, aunque tenía cualidades, no obedecía por sistema. Que le sacaba de la piscina constantemente castigado. Que su comportamiento además era peligroso, y que si le pedía que se callara, le ignoraba y seguía hablando. 

A medida que nos iba contando, sus ojos chispeaban con furia, y los nuestros se abrían como platos.  

Y yo, un poco alucinada, porque G se suele comportar un poco mejor que todo eso, pero en tono conciliador le decía:

- Si, es verdad que habla por los codos -y aunque no lo añadí, pensé: herencia de su abuela.
-Si, es verdad que no suele obedecer a la primera... Insistiremos en eso. 

Y E:

- Y con quien habla tanto?
-Pues con todo el que pilla.

Cuando estaba terminando, de repente se fijo un poco más en el nombre del boletín de las notas y añadió.

-Un momento, vuestro hijo es G?
-Si...
-Uy! Entonces os he estado hablando de otro niño. Bueno, G no habla en clase, aunque... tampoco escucha!

Y a continuación nos contó un poco sobre G, que en comparación con el otro niño resultó ser un prodigio de santidad, ya que todo es relativo en esta vida.

Antes de marcharnos añadió:

-Siento de nuevo la confusión.
-Bueno, no te preocupes, ahí sentados tienes a los padres de otro!

Y nos fuimos, habiéndoselo dejado suave como la seda a esos otros padres, que no saben de la bronca de la que se libraron.

viernes, 6 de junio de 2014

Mi accidente de trafico

Reflexionando un poco sobre mi poco convencional mañana de ayer, os dejo el balance del besito que le propine a un autobús escolar, en un tráfico terriblemente complicado.

Para mi próxima vida, a ver si me acuerdo de pedirme mejores aptitudes psicomotoras.

Heridos - 0. Menos mal!
Transeúntes que se paran a ayudarme - 2. Varones
Miradas de empatía de otros conductores - 1. Mujer
Coches en el taller-1. Pobrecín!
Coste de la carencia del seguro en pounds - 400. Ouch!
Primeros pinitos personales de reparación de chapa con intención de liberar la rueda y resultado satisfactorio - 1. Oleeee
Tele-operadores del seguro amables - 2. Es mi día de suerte!
Tele-operadores del seguro eficientes - 0. Todo tiene un límite!
Comentarios poco apropiados de mi marido - 0.
Comentarios que se podía haber ahorrado - 0. Love him! 
Recomendaciones útiles de mi marido - 1.
Recomendaciones de mi marido - 2. Nadie es perfecto! 
Momentos al borde del ataque de nervios controlados - 1.
Momentos al borde del ataque de nervios - 2. Nadie es perfecto!
Lágrimas - 0. Me sorprendo a mi misma!
Chistes de mis hijos - 2. Angelitos!
Horas de retraso de incorporación a la oficina -4. Un poco excesivo 
Jefes cabreados - 0. Bless him! 

Podría ser peor!

miércoles, 4 de junio de 2014

El jardinero

Es habitual en Londres que tu día a día parezca sacado de una película.

Y no lo digo por las obras de Navidad de nuestros coles, aunque nada tengan que envidiar a los musicales del West End.

Tampoco lo digo por mi recorrido cuando salgo a correr -o a perder el resuello intentandolo. Normalmente bajo desde Saint Paul's hasta el Tate por el Millenium Bridge y luego por Southwalk hasta saludar al Big Ben. Es tan espectacular que montones de pelis han sido rodadas a lo largo del trayecto, pero yo no puedo evitar acordarme de Macht Point.

Tampoco hablo de encontrarte por la calle con Colin. O tener una copia clónica de Hugh Grant en la oficina, incluida tez lechosa y dicción característica de las universidades más elitistas de Inglaterra.

Afortunadamente, ni mi vida laboral, ni la de mi marido se parecen en nada al Lobo de Wall Street. Para tranquilidad de nuestras madres.

Me refiero al jardinero.

Si, el jardinero, que vuelve a darle un paralelismo a mi vida con la famosa serie de Desperate Housewives que me resulta un tanto cómico.

Aunque parezca una serie insulsa, a medida que me acerco a los 40, me doy cuenta del realismo cruel que se gasta cuando retrata a las mujeres afrontando la crisis de la media edad. Terminada mi fase “Bree”, -horneo los mejores cupcakes, preparo las fiestas más detallistas y me embarco en los proyectos DIY más ambiciosos- nos hemos metido de lleno en la fase de la latina de la serie.

El jardinero. Mi vida ha sido decorada de nuevo con el tópico del jardinero hecho realidad.

Lo mandó el sábado por la mañana nuestro casero. O sea que yo no tengo nada que ver en la elección. Que quede claro.

Yo abrí la puerta con otras expectativas, lo reconozco, y mea culpa por pensar que me encontraría con alguien enfundado en mono verde de grueso algodón, con la piel estropeada y arrugada por el sol, con su gorra, y, si no cronológicamente mayor que yo, que al menos lo pareciese.

Llevaba trasteando toda la mañana de la casa a los niños, de los niños a la casa; y cuando sonó el timbre, bañaba a las fieras.  

Abro la puerta y me encuentro con una sonrisa profiden, unos pantalones chinos, camisa remangada al antebrazo y una piel ligeramente bronceada por el sol.

Horror. Y yo con estos pelos. Literal. Que es lo que pasa cuando le abres la puerta a un jardinero que pasaría sin problemas el casting de Christian Grey y tu andas aun con los pantalones del pijama, cualquier camiseta que has sacado del armario, un moño chapucero y… y..., y no sigo con la descripción por pudor, pero si lo hiciera conseguiría realmente darle a la escena el dramatismo que se merece.

De repente soy consciente de las pintas que llevo, una cuestión que llevaba ignorando toda la mañana y que inconscientemente justificaba con que no eran del todo discordantes con mi sesión de marujeo matutino.

Le mando hacia el jardín -donde estaba E- sin acompañarle y me encierro cuanto antes en el baño -donde mi aspecto no es tan dramáticamente inadecuado- con mis pequeños monstruos, que esa mañana han decidido poner a su madre al límite.

Si creéis que mi sentido del ridículo no puede alcanzar cotas más altas os equivocáis. Justo cuando le estaba echando una bronca a chillido limpio al mayor por hacer el cretino en la bañera, oigo el portazo de la puerta principal.

Mr. Grey/Jardinero se ha ido, ha sido testigo de los gritos en el baño, y es probable que en este momento esté llamando a los servicios sociales.  

martes, 3 de junio de 2014

Stop, look, listen and think

Este es el consejo de nuestra querida Loli sobre que conviene hacer antes de cruzar la calle.

Lo vamos repitiendo los niños y yo cuando andamos por la calle, y al menos cruzamos con cuidado y con atención.

Pero nuestra Loli es una gran inspiración, y en realidad nos ha dado un consejo que casi que te vale para todo!! Pararse a observar, escuchar y pensar es, en general, una buena práctica.

Tan buena que, aunque la partas en trocitos sigue siendo magnifica:

Pararse y observar es sublime (y un lujo).
Pararse y escuchar es imprescindible.
Pararse y pensar es indispensable.

Incluso diría que pararse, solo pararse es ya de por si, a veces necesario y otras además agradable.

Ando muy zen. Ya lo veis. Espero no estar dando mucho el coñazo con mis devaneos psicológicos. Prometo que procurare que el próximo post sea mas ligerito ;)