lunes, 16 de junio de 2014

Las notas

Ayer tuvimos la revisión de las notas de G.

Los padres estábamos citados a horas consecutivas e íbamos hablando por turnos con los distintos profesores.

Casi nos íbamos cuando nos dimos cuenta que nos faltaba hablar con el de natación. Consideramos irnos sin hacerlo, visto que nos aguardaba mesa en un restaurante japonés estupendo, pero al final nos pesó más la responsabilidad y nos quedamos esperando nuestro turno.

-Somos los padres de G, de 1M.

Para el que no conozca el sistema, el 1 corresponde al número de curso y la M a la inicial de la profesora encargada del mismo. En nuestro caso, Mary.

El profesor de natación empezó a decirnos muy enfadado que nuestro hijo no escuchaba, que se pasaba la clase hablando, que no había progresado suficiente porque, aunque tenía cualidades, no obedecía por sistema. Que le sacaba de la piscina constantemente castigado. Que su comportamiento además era peligroso, y que si le pedía que se callara, le ignoraba y seguía hablando. 

A medida que nos iba contando, sus ojos chispeaban con furia, y los nuestros se abrían como platos.  

Y yo, un poco alucinada, porque G se suele comportar un poco mejor que todo eso, pero en tono conciliador le decía:

- Si, es verdad que habla por los codos -y aunque no lo añadí, pensé: herencia de su abuela.
-Si, es verdad que no suele obedecer a la primera... Insistiremos en eso. 

Y E:

- Y con quien habla tanto?
-Pues con todo el que pilla.

Cuando estaba terminando, de repente se fijo un poco más en el nombre del boletín de las notas y añadió.

-Un momento, vuestro hijo es G?
-Si...
-Uy! Entonces os he estado hablando de otro niño. Bueno, G no habla en clase, aunque... tampoco escucha!

Y a continuación nos contó un poco sobre G, que en comparación con el otro niño resultó ser un prodigio de santidad, ya que todo es relativo en esta vida.

Antes de marcharnos añadió:

-Siento de nuevo la confusión.
-Bueno, no te preocupes, ahí sentados tienes a los padres de otro!

Y nos fuimos, habiéndoselo dejado suave como la seda a esos otros padres, que no saben de la bronca de la que se libraron.

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