lunes, 24 de marzo de 2014

Los buenos y los malos



Los primeros años de existencia, mis hijos tuvieron la burbuja de cristal mas hermética que les pudimos proporcionar: Todo era amor, felicidad, y a lo que vamos, bondad a su alrededor.

Ya sabéis que no se lleva ahora contarles el cuento de Garbancito, ni cantarles que viene el Coco, ni es de recibo que el Lobo Feroz termine haciendo la digestión de Caperucita y su abuelita. No vaya a ser que les creemos traumas. Pero a medida que van cobrando independencia, hemos considerado oportuno advertirles que en este mundo hay personas buenas y no tan buenas.

Londres es una ciudad fantástica, pero hay mucho tronado, así que conviene que se vayan enterando de porqué no se pueden alejar del adulto que les cuida y mucho menos perderle de vista.

Por parte Disney hemos tenido nuestra exposición, y no se nos escapa lo mala malísima que es Cruella de Vil.

-Porqué chilla?
-Porqué les dice "idiots" a sus amigos?

Y, más recientemente:
-Porqué quiere matar a los perritos para quitarles la piel?

Yo aprovecho la oportunidad para hacerles un lavado cerebral contarles, que probablemente su mamá y su papá no la castigaban nunca, y así creció sin saber qué estaba bien y qué estaba mal y se terminó volviendo muy mala.

Ellos, en su momento nunca me han replicado, y yo he tenido la esperanza de que comprendan, en pequeña escala, porque es muy importante recibir una educación aunque en algunos momentos resulte un tanto molesto.

Pero hete aquí que el otro día mi hija, la Rubia, la de cuatro años, el mico alegre y guerrero que parece pasar por esta vida a unas cuantas revoluciones, me dejo sin palabras: 

Veíamos La Sirenita y apareció la mala. Otra joyita perversa que me da miedo hasta a mí.

-Mami, porque es tan mala? Y empecé yo con mi cantinela, para terminar escuchando lo siguiente:

-Yo creo que nadie la quiso cuando era pequeña.

Y, francamente, no sé si es cosecha propia o qué tipo de conversaciones tienen estas niñas en la guardería, pero todavía estoy flipando.

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