martes, 4 de marzo de 2014

A los niños, les tienen que educar sus padres.

Siempre que vamos a casa de mis padres, mi madre decide meterse en camisas de once varas y aprovechar el tiempo con sus nietos para que "sirva" de algo.

Esta última vez su cruzada particular era, una vez más, educarles. O mejor dicho educarles mejor. Que en fin, tienen sus fallos, pero Tarzan no son: no ponemos los pies en la mesa, ni eructamos, ni saltamos por los sillones o desobedecemos por sistema. Pero tampoco tenemos un nivel óptimo y ella piensa que en cuatro días es capaz de cambiar eso.

Supongo que a estas alturas no se va a dar  cuenta que en la educación, la clave es la constancia y en cuatro días no va a conseguir nada. Que sería mejor que disfrutara de las vacaciones que pasa con sus nietos y aceptara su rol de abuela, que para eso está.

Supongo que tampoco se va a dar cuenta que cada padre es distinto, y que sus hijos y sus nietos son como son. Y ahhh milagro! Al menos estos últimos van mejorando con el tiempo. Así que habría que fijarse mejor donde acabamos y no como empezamos. Que cada padre y cada hijo llevan un ritmo y lo importante es el resultado, y para verlo hay que tener paciencia.

Pero volviendo a las vacaciones, mi madre trataba de explicar a la rebelde de la casa, que si desobedecía y no hacia las cosas bien, nadie iba a estar contenta con ella.

Hasta ahí, bueno.

En algunos momentos de aceleración y sin pensarlo demasiado, la oía por los pasillos decirle por tonterías que, si se portaba mal, no la íbamos a querer tanto. Toma ya! En pleno auge una la educación occidental especialmente cuidadosa con la autoestima del menor, nos jugamos el amor paterno por no ponernos los calcetines sola.

No es que a mí la educación occidental actual me impresione de sobremanera (ya lo conté aqui). Que no hay nada peor que un cretino con altos niveles de autoestima y gran confianza en sí mismo pero con falta de modales y criterio. Pero … habría que ser cuidadosos para que siempre lo que se diga sea cierto y en todo caso las amenazas sean proporcionadas (como comentaba aqui).

Así que después de cuatro días de “brain storming” en casa de los abuelos, en los que ocasionalmente le tenía que increpar a mi madre a ver que le estaba diciendo a mi hija, lo primero que hice al llegar a casa, y mientras acostaba a la benjamina, fue tener la siguiente conversación con ella :

- B, tu sabes que tu papa y tu mama te van a querer siempre, verdad?
- Si te portas mal, nos enfadaremos contigo, y no estaremos contentos. Sin embargo, si te esfuerzas, estaremos muy orgullosos de ti. Pero aunque te portes mal, aunque las cosas no te salgan bien, y aunque perdamos la paciencia contigo, papa y mama te van a querer siempre.

B se limito a responder:

-Gracias mama.

Y me dio un abrazo fuerte.

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