jueves, 9 de enero de 2014

El cerdito de B



B no tiene ahorros.

Y se niega a que su cerdito, precioso, que ella misma decoro, se llene de monedas.

Ya sabeis que nuestro G, cuenta con el gen catalán, probablemente heredado de los fenicios, espabilados comerciantes de la antigüedad, que se recorrían el Mediterráneo de cabo a rabo en cabo, negociando con sus mercancías. Os lo conte aqui.

B no. Para la Rubia una moneda es un trozo de metal y no representa nada. No es capaz de anticipar que puede conseguir a cambio. No le interesan y no termina de comprender su valor.

Si le comento que algo cuesta muchos pounds, me mira con una expresión de “no lo he entendido” y espera que prosiga con la explicación sobre el valor del objeto en cuestión.

Para ella las libras sirven para metérselas de vez en cuando en la boca, y de momento no les ha encontrado ningún sabor interesante. En su mundo los pounds deben ser equiparables a un puñado de arena, que igualmente sirve, entre otras tantas inverosímiles posibilidades, para metérselo en la boca, y tampoco constituye ninguna experiencia gastronómica positiva. Creo. 

No la culpo. Ya tiene cuatro años y debería saber más, pero mamá y papá siempre pagan con tarjeta, y ella no ve que le den gran cosa por unas monedas o "modenas", como dicen ellos. Todo lo que merece la pena, se paga con un trozo de plástico y un número, que, ese sí, se empeña en teclear de vez en cuando, como quien en otros tiempos preguntaba si podía quedarse con las vueltas. Ella intuye el poder del PIN, y eso es lo que le interesa y no unas simples modenas que no solucionan gran cosa. Tonta no es.

Así que se ha negado a usar el cerdito que le regalo su daddy como hucha –que despropósito-  y, en en su lugar, lo pasea por toda la casa, y lo ha adoptado como su ultima mascota. Y mas contenta que nada.

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