lunes, 19 de agosto de 2013

El viaje


Lo tenemos dominado. Poco estres. Los niños son mayores y viajar a España ha dejado de ser una odisea.

 No hace falta carrito, ni el doble, ni el individual, ni aprovisionarnos de chupetes, biberones, potitos, snacks, o pañales y mudas para los accidentes. Ni juguetes o chocolate para los chantajes. No tenemos que hipnotizarles con el Ipad. Puedo ir o llevar a uno al baño, sin necesidad de dejar responsable de la otra fiera al desafortunado companero de asiento. No hay carreras por los pasillos del avion, ni peleas para que se abrochen el cinturon cuando toca.

Voy relajada y tranquila. Voy confiada. La situacion esta bajo control y se que no me vera nadie al borde del ataque de nervios. No habra gritos, o los justos. Y las otras mamas me miraran con envidia, suspirando por el dia en que sus retonos crezcan y viajar con ellos no sea una pesadilla.

 En fin. No me pregunteis por el ultimo viaje. El exceso de confianza se paga caro. Basicamente, a veces decimos exceso de confianza cuando queremos decir estupidez.

Todo va bien, son las 4:30 estamos en Gatwick y el vuelo no sale hasta las 7:10. Voy a comprobar a que terminal hay que ir. Norte o Sur.

Saco los billetes, los miro. Pestañeo. Los releo. Trago saliva. Los vuelvo a mirar. Leo:

Dia 2 de agosto.
Vuelo Easyjet a Malaga desde London Luton.

Panico.

La situacion se ha descontrolado. Vuelvo a ser una mama de las que dan un poco de pena, en lugar de un poco de envidia. Estoy en el aeropuerto equivocado con dos ninos, tres maletas y tengo que enlazar dos trenes y un autobus para intentar llegar a tiempo a coger nuestro vuelo en velocidad record. Cualquier retraso, error o pequeno problema significara quedarnos en tierra. Comienza la cuenta atras y la emocion esta servida...

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