lunes, 28 de abril de 2014

Pongamos que hablo de Madrid

La nevera de mis suegros llena de mimos.
“Holas” guardados.
Cuñado siempre ahí cuando se le necesita.
Cenas japonesas - Cigarrillos robados - Camaradería de cuñadas.
Gin tonics.
La terraza.
Montones de regalos esperando a G (y alguno también para mí).
Padrino chateando por Bloomberg para encontrar el más acertado.
Las cosas que me dicen mis sobrinos “los mayores” J y G Junior.
La dedicación de papa a sus desayunos y míticos aperitivos.
B y el joven F inseparables. O separables, pero con mucha lágrima por en medio.
La ternura de mi sobrina recién nacida y la fuerza con la que agarra el chupete.
Hermano mayor exprimiendo hasta el último minuto para ver a los inglesitos.
Hermano pequeño feliz de doble estreno: bebé y coche. Y espero que reconozca que me enseñaba con más interés el coche. ;)
Mi cuñada M, que siempre esta al otro lado del telefono.
Abuelos robando horas de descanso para pasar a darnos un beso.
Las recurrentes albóndigas para mí y rollitos primavera para E.
Dos ahijados preciosos.
Peleas para llevar la correa de Gandalf.
Nuestra casa nueva, pintada y cuidada con todo el cariño del mundo.
La Rubia y su hermano recordando las risas agradecidas de I antes de su bautizo.
Reencuentros con primos.
Grandes amigos a los que si no se les llama, no pasa nada, y si se les llama siempre hacen un hueco. 
Mis hijos jugando al sol –AL SOL- en el parque.

Cada vez me cuesta más volver a Londres. Gracias.

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