jueves, 10 de abril de 2014

El gremlin gris

Listo!!

El gremlin gris ha sido neutralizado y encerrado en el más recóndito rincón de mi cabeza. No lo quiero presente, solo complica las cosas, las relaciones y el bienestar de cada uno cada vez que sale a dar un paseo.

Da igual que estés en el lugar más hermoso del planeta, respirando el aire más puro y rodeada de quienes más te quieren y a quien más quieres tú. Su estrategia es sencilla:

Primero. Te despista haciéndote menospreciar tu alrededor y centrando tu atención en tu ombligo (tu, tu, tu). El resultado es devastador. Porque cuando uno se centra en su ombligo pierde toda perspectiva y nada puede competir contra eso:

Estas en las Bahamas con una piña colada en la mano o, en la mesa celebrando con tu familia, o tumbado en la hierba con el sol y la brisa acariciando tu piel.

Da igual. Si miras tu ombligo, este acaparara fácilmente toda tu atención, difuminara en gris tu entorno y ya te tiene listo para el paso número dos.

Segundo. Una vez que tu ombligo te tiene atrapado, el gremlin gris hace que te centres en tus miserias. Que para eso es el gremlin gris. Porque no nos engañemos, todo el mundo tiene miserias. Hasta Heidi! Bueno, pensándolo bien, ella, pobre niña tenía un buen número.

Aclaro que mirar el ombligo propio y difuminar en gris lo que tienes alrededor, en sí no es malo, puede ayudarte pero solo si lo que encuentras dentro es positivo. Pero como andes concentrada en tu malestar, ya te puedes ir preparando: tus sentidos se habrán desorientado y buscaran en un interior muy limitado, muy chiquitito y muy oscuro.

Complicado. Ahí no vas a encontrar nada. Más de lo mismo.

Así que solo cabe una solución. Levantar la cabeza y dejar que sea tu oído, tu olfato, tu tacto, tu gusto y tu vista quienes elijan lo que en adelante va a ser el foco de su atención. Por supuesto habrá mucho donde elegir, pero debes esforzarte en percibir solo aquello que te llene de nuevo de color y de calor.

Y así es como hemos aislado en un rincón al inevitable gremlin gris.

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