jueves, 16 de octubre de 2014

Un corazon de oro

El otro día Don G. me aseguraba así, abriendo mucho los ojos, que él era tan bueno que el corazón no le cabía en el pecho. Y yo me parto, porque a ver donde ha oído él esa expresión, visto que vivimos en Gran Bretaña. El caso es que algo le debió calar de la frasecita de marras, que la tiene dentro de su repertorio.

Yo le dije que sí, que tenía un corazón de oro, y aunque le sorprendió el símil, le debió parecer bien, porque también lo incluyo en su registros.

Últimamente su corazón de oro, debe andar desconectado de sus tímpanos porque parece que ni en el cole, ni en casa, escucha a la primera. Al extremo que hasta su profesora me ha llamado la atención (a mi!) porque no obedece y va a su bola.

No me sorprendió ni un pelín, que yo ya sé que G tiene un rico mundo interior, sin nada que envidiar a los creados por su compatriota el señor Tolkien. 

Por un lado es injusto, tiene 6 años, y si no le da la gana de hacer caso, ya sabe él que lo está haciendo mal. Y la bronca no debe ser para mí.

Por otro lado, es cierto, desgraciadamente mi paciencia es un arma de doble filo a la hora de educar y, mi flexibilidad también.  Añado mensajes contradictorios al: -Esto! -Ahora!

Y no todo el mundo tiene o puede tener (como los profesores) esa flexibilidad y esa paciencia.

Así que me volvió a tocar sacar el multiusos: stop, look, listen and think (SLL&T) en nuestra conversación y asegurarme que ambos niños son capaces de escuchar como se espera de ellos, y luego actuar en consecuencia.

Reconozco que desde que la señora Loli la trajo a nuestras vidas, soy gran fan de esa frase y la aplico casi a todo.

Parece que vamos mejor. 

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